La componen 121 obras de la Colección Isabel y Agustín Coppel, realizadas por 64 artistas internacionales

Con el propósito de hacer accesible los lenguajes contemporáneos del arte a un público más amplio, la promotora cultural Tatiana Cuevas planteó la curaduría de la exposición Rastros y vestigios. Indagaciones sobre el presente, integrada por 121 obras de la Colección Isabel y Agustín Coppel (CIAC).

Luego de exhibirse en el Hospicio Cabañas de la ciudad de Guadalajara, Jalisco, y el Museo Amparo de Puebla, el montaje compuesto por pintura, escultura, instalación, fotografía y video, producidos entre 1946 y 2015, llegó al Antiguo Colegio de San Ildefonso en la Ciudad de México, la que será su última sede.

Exposición Rastros y vestigios. Indagaciones sobre el Presente Cartel © Antiguo Colegio de San Ildefonso
Exposición Rastros y vestigios. Indagaciones sobre el Presente Cartel © Antiguo Colegio de San Ildefonso

En conferencia de prensa, Bertha Cea Echenique, coordinadora ejecutiva del Antiguo Colegio de San Ildefonso, comentó que con las obras de los 64 artistas seleccionados para la muestra provocará que los espectadores se conviertan en un arqueólogo del futuro y observen las obras como testimonios colectivos que dan cuenta de la sociedad del siglo XX y la que va hasta nuestros días.

“Este ejercicio curatorial de Tatiana Cuevas obviamente tendrá diversas interpretaciones, tantas como espectadores tenga esta exposición; es un reto que la curadora tomó para hablar de las huellas que el arte contemporáneo está dejando y que a la vez ya tiene en sí mismo cargas simbólicas de nuestra actualidad”, indicó Bertha Cea.

Tatiana Cuevas expuso que la premisa básica de la exposición partió de un interés que considera comparten los profesionistas del arte contemporáneo: hacerlo accesible.

“Los que trabajamos en esto sabemos que para buena parte del público el arte contemporáneo sigue siendo extraño, ajeno y difícil de accesar. Hay mucha gente que simplemente ve arte contemporáneo y tiende a rechazarlo de entrada; lo que queremos hacer con esta exposición es invitarlos a confrontar ese enigma y a tratar de resolverlo”, comentó.

La premisa curatorial de esta muestra plantea la posibilidad de recurrir a la arqueología para leer un cuerpo de obras contemporáneas. Esto es, en lugar de mirar al pasado en busca de fragmentos que den la pauta para construir una historia, mirar al presente, tomar las obras como signos culturales o fragmentos metafóricamente fosilizados de lo contemporáneo.

Es así que, a manera de un inventario de fragmentos culturales de los siglos XX y XXI, estas obras se ponen a consideración como testimonios de una amplia red de significados económicos, políticos, sociales, culturales e ideológicos que determinan la obra de arte.

 

A lo largo de la exposición Rastros y vestigios. Indagaciones sobre el presente, explica Tatiana Cuevas, se abordan distintos temas que tienen que ver con la idea de obra de arte como vestigio en sí mismo, de ahí que sea un ejercicio cercano a la arqueología: encontrar un fragmento de una totalidad y tratar de comprender qué es lo que nos está diciendo, así como de interpretación.

“La idea es que el espectador pueda acercarse, sentirse cómodo de alguna manera, como jugar a que estamos todos en una misma posición de desconocimiento de estos objetos, como el público que se acerca por primera vez al arte contemporáneo o como los que quizá tengan más experiencia en él. Acercarnos a los objetos como portadores de información en el contexto en el que están producidos y en el que se reflejaran dentro de cientos de años”, señaló.

En la muestra aparecen obras que funcionan como vestigios, pues enfatizan el proceso de extrañamiento, asimilación y deformación de lecturas o interpretaciones entre culturas, contextos y tiempos. Entre estas piezas está el trabajo de Lothar Baumgarten, Gabriel Orozco, Pablo Vargas Lugo, Abraham Cruzvillegas, Moris, Fritzia Irizar, Mona Hatoum, John Chamberlain, Carl Andre y Andre Caderé.

Otras obras registran los rastros del cuerpo, del lenguaje, de diversas acciones humanas. Son objetos que proporcionan los hábitos, desplazamientos y rituales que construyen a una persona o una colectividad. En este apartado se encuentran Wolfgang Tillmans, Danh Vo, Andy Warhol, William Eggleston, Ana Mendieta, Teresa Margolles, On Kawara y Joseph Beuys.

La muestra, que llega a San Ildefonso acompañada de un catálogo; cuenta con una aplicación gratuita que contiene entrevistas con algunos de los artistas e información adicional sobre las obras, disponible para los sistemas iOS y Android, hasta el hasta el 21 de agosto de 2016.

 

Rastros y vestigios. Indagaciones sobre el presente será inaugurada el 26 de abril a las 20:00 horas, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, calle de Justo Sierra No. 16, Centro Histórico.

Para mayores informes por favor consultar: www.sanildefonso.org.mx

Fotografías: © RMM – Secretaría de Cultura de México – © Antiguo Colegio de San Ildefonso
Video: © Antiguo Colegio de San Ildefonso YouTube Channel
Información y fotografías cortesía de:

Secretaría de Cultura de México
Sala de Prensa
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Secretaría de Cultura de México
Secretaría de Cultura de México, institución encargada de la difusión y promoción de las actividades artísticas y culturales del país www.cultura.gob.mx.

Antiguo Colegio de San Ildefonso
Considerado como uno de los espacios culturales más importantes de la vida nacional, el Antiguo Colegio de San Ildefonso es una de las edificaciones coloniales más importantes del centro histórico de la ciudad de México. El conjunto arquitectónico tiene tres niveles y se compone de dos áreas: la perteneciente al periodo barroco con tres patios (S. XVIII), y la edificada al sur de la anterior construida entre 1907 y 1931.

El Colegio de San Ildefonso fue una de las instituciones educativas más importantes de la capital de la Nueva España. Su fundación por los jesuitas data de 1588, como seminario donde residían los estudiantes de la Congregación. Hacia 1618 empezó a funcionar bajo el Patronato real otorgado por Felipe III, estableciéndose así el Real y Más Antiguo Colegio de San Ildefonso. A principios del siglo XVIII fue reedificado, dando lugar al inmueble que hoy conocemos.

Tras la expulsión de los jesuitas en 1767 el edificio tuvo diversas funciones: cuartel de un batallón del Regimiento de Flandes, colegio administrado por el gobierno virreinal y dirigido por el clero secular, sede temporal de la Escuela de Jurisprudencia, de algunas cátedras de la Escuela de Medicina y cuartel de las tropas norteamericanas y francesas en 1847 y 1862 respectivamente.

En 1867 el gobierno de Benito Juárez emprendió una reforma en el campo de la educación y sus instituciones. Funda la Escuela Nacional Preparatoria, institución que se estableció en el edificio del Colegio de San Ildefonso. Su primer director fue el doctor Gabino Barreda (1818-1881). En 1910, la Escuela Nacional Preparatoria pasó a formar parte de la Universidad Nacional fundada por Justo Sierra.

Este edificio es conocido también por su relevancia dentro de la pintura mural, pues se considera que en sus paredes comenzó el movimiento del muralismo mexicano. Se plasman en él pinturas de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, entre otros. Durante más de seis décadas continuó siendo la cuna de varias generaciones de intelectuales y destacadas personalidades. En 1978 el edificio dejó de ser plantel Núm. 1 de la ENP. El edifico permaneció cerrado al público hasta 1992, en que fue restaurado para abrir sus puertas al público como su nombre actual, con el objetivo de ser sede de exposiciones temporales de relevancia mostrando y difundiendo así el acervo arqueológico, histórico y artístico de México y otras culturas.

Desde 1992 lo administra un Mandato tripartita integrado por la UNAM, el CONACULTA y el Gobierno de la Ciudad de México www.sanildefonso.org.mx.